A pesar de que buena parte de la ciudadanía corriente no acaba de ir digiriendo el rapidísimo proceso de innovación tecnológica en lo que a ciencias de la información se refiere, el proceso creativo no muestra atisbos de ralentizarse. Antes al contrario, a la revolución digital que llega de la mano de la telefonía móvil y las aplicaciones de todo tipo que con los teléfonos “inteligentes” han inundado nuestro día a día, se une un nuevo futuro: el universo paralelo virtual empieza a ser una realidad en cada vez más entornos relacionados con nuestra vida real.

Bloomberg Intelligence se ha atrevido ya a dar un valor a este universo paralelo (o «metaverso«), cifrándolo en 500.000 millones de dólares, como recogen medios como El Confidencial. De igual modo, el informe aventura que este valor llegará a los 800.000 millones a mediados de esta década y alcanzará los 2,5 billones para 2030.

Hoy en día, está teniendo lugar en multitud de ámbitos la creación de universos virtuales distintos que, al interconectarse y al conectarse a nuestro mundo real, conforman lo que se conoce como metaverso.

Metaverso

El metaverso irá replicando diversos escenarios de nuestro mundo y se irán fusionando con él, lo que permitirá usarlo como una especie de entorno de pruebas para el mundo real.

Es decir, se configuraría como una copia del mundo real en el que toda fábrica y todo edificio tendrá un gemelo digital que simulará y replicará la versión física de él constantemente. Así, ingenieros y programadores podrán simular cómo se comportan nuevos desarrollos de software que acaben en la versión física del coche, el robot, el aeropuerto o el edificio. «Todo el software que acabará corriendo en esos objetos físicos será primero simulado en sus gemelos digitales, y será después descargado en la versión física. Como resultado, el producto se va haciendo mejor a un ritmo exponencial«, en palabras de Jensen Huang, CEO de NVIDIA.

Invertir en el universo paralelo

Como no puede ser de otra manera, detrás de todo este desarrollo existe, cada vez más, una financiación mayor. El interés que se va despertando en las entidades financieras y fondos de inversión por estos entornos hablan del potencial valor económico que en unos años estos entornos virtuales generarán. En este sentido, la neoyorquina Roundhill Investment ha creado Metaverse ETF (Exchange-Traded Fund) que consiste en una cesta de valores en la que los inversores podrán depositar su dinero para invertir en esas compañías que están trabajando en el metaverso con la promesa de recoger los beneficios del crecimiento. Todo esto sin que todavía se sepa de qué forma o cómo se va a organizar este mundo virtual, ya que estamos hablando de sus primeros pasos, en los que tenemos diversos mundos virtuales independientes con mayor nivel o no de desarrollo que se centras en actividades tan diversas como juegos o fábricas virtuales.

Uno de los desarrollos de este universo paralelo lo está proporcionando una puntera tecnología desarrollada por Pixar, el legendario estudio de animación, mediante la cual, en el mundo virtual, todo funciona como en la vida real, es decir, todo existe de forma persistente, como lo hace en el mundo físico y con sus mismas reglas.

BMW en el metaverso

En base a esta tecnología, Nvidia, la empresa conocida por sus tarjetas gráficas, está en un proceso de recreación de las fábricas de BMW. Es decir, BMW está implementando copias virtuales de sus fábricas reales. Dentro de este universo digital, los robots de montaje se comportan exactamente como los robots físicos. Y viceversa: estos robots virtuales evolucionan y aprenden a trabajar de manera cada vez mejor. El aprendizaje se puede descargar después a los robots físicos, que inmediatamente adquieren una nueva personalidad en la cadena de producción. Además, los ingenieros de BMW tienen el control de estas fábricas y trabajan juntos en este espacio para ajustar los procesos de producción desde cualquier parte del planeta.

El resultado de esta tecnología no es otro que un ahorro considerable de tiempo y dinero para las empresas, ya que puede probar nuevas ideas sin coste, así como reducir los costes en la implementación de las ideas que funcionen, ya que reduce la curva de aprendizaje.

Shanghái virtual

Y esto no es más que un ejemplo. La empresa 51world ha recreado un Shanghái virtual (que es sólo una de muchas ciudades digitales actualmente en funcionamiento) que no sólo reproduce la geometría tridimensional de sus calles y edificios, sino que controla y simula decenas de miles de parámetros que afectan a su funcionamiento. Esto permitiría poder probar medidas como control de tráfico, o de lucha contra la contaminación en un marco seguro que permitiría probar y retocar las medidas antes de implantarlas en el mundo real.

Sistemas de transporte, tráfico, personas, generación de energía, consumo, temperaturas, humedad, aire acondicionado y calefacción en edificios o polución, todo está simulado según las reglas que rigen el mundo físico. Pero, a la vez, todos esos parámetros están conectados a datos reales capturados en el mundo físico. La ciudad virtual vive y respira como la ciudad física, y evoluciona con ella de forma continua.

Y así, a medida que pasa el tiempo, la simulación es cada vez más perfecta y sirve para ver el efecto que nuestras acciones en el mundo real. Los planificadores de una ciudad pueden usar el gemelo virtual para ver las ramificaciones de cualquier cambio puede tener en la dinámica de la ciudad y como afectan esos cambios al bienestar de sus habitantes y la economía. Como se ve claramente, las posibilidades económicas de estos proyectos pueden no tener límite.

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