Podría parecer que los pequeños inversores tienen pocas opciones de tener un asesoramiento profesional individualizado. Las entidades financieras tradicionales discriminan entre sus clientes de banca comercial (la mayoría de clientes de un banco) y clientes de banca privada (con un patrimonio superior). Los clientes asignados a la banca comercial tienen un "asesoramiento" basado en una cartera de productos, normalmente propios y comercializados en masa.
El asesoramiento automatizado ha cambiado este paradigma, pudiendo cualquier persona acceder a unos servicios que, hasta ahora, estaban fuera de su alcance. Servicios democráticos mejores que los propios asesoramientos de banca privada.
De forma general se puede distinguir el asesoramiento automatizado en dos grandes segmentos:
Es la automatización de operativa en mercados financieros vía órdenes de compra y venta con una frecuencia relativamente alta en base a algoritmos matemáticos. Los mercados más utilizados son los derivados de divisa y de materia prima, aunque también se puede hacer con índices e incluso con acciones. Como norma es una operativa apalancada (se especula con más dinero del que realmente se aporta) y, por tanto, los riesgos son muy elevados.
La automatización se refiere a las recomendaciones de inversión en fondos de gestión pasiva (normalmente ETFs). La gama de fondos pasivos en el mercado es muy amplia, lo que permite que pueda encajar en la mayoría de ahorradores que podrán invertir en fondos que repliquen la evolución de diferentes activos financieros, desde las letras del tesoro de las administraciones públicas más solventes a las bolsas de los países emergentes más volátiles.
Pasos a seguir para contratar un buen asesoramiento automatizado
Averiguar que la entidad cumple los requisitos legales para prestar servicios de inversión, ya sea sociedad de valores, agencia, gestora de carteras o EAFI.
El asesor enviará una propuesta de inversión, si se trata de una empresa con la autorización suficiente podrá, incluso, ejecutar las órdenes de compra y venta en nombre del cliente.
Rellenar un test, lo más completo posible para que el asesor automático pueda hacer su trabajo en base a las condiciones personales de cada uno. Este test reunirá tanto aspectos objetivos (edad, nivel de ingresos, horizonte temporal…) como subjetivos (aversión a las pérdidas u objetivos a alcanzar).
Es necesario que el inversor esté informado de la evolución de su cartera y que el asesor lo esté de los posibles cambios en la situación personal. Haciéndolo así se podrá ir modificando la cartera en base a la evolución del mercado y de la persona.
Cualquier persona puede acceder a este tipo de asesoramiento sin necesidad de tener grandes patrimonios y depender de que el banco lo considere un cliente al que vale la pena destinar los recursos de sus mejores analistas.
El ritmo de vida de la mayoría de personas hace complicado poder invertir tiempo en concertar reuniones con un asesor financiero en un "horario de oficina". El asesoramiento automatizado permite que en cualquier momento del día se pueda interactuar con el asesor.
Las comisiones por este tipo de servicios son mucho más bajas que las que paga un cliente de banca privada o patrimonial (aunque sea de forma indirecta). La banca tradicional tiene gastos que no tiene la automatizada, como despachos, decoración o el sueldos de asesores que, además, solo pueden atender a un número limitado de clientes.
Elaborar un cuestionario de preguntas que puedan definir el perfil de un cliente es muy complicado y más aún que éste las responda de forma sincera, especialmente a las más subjetivas del tipo ¿cuánto riesgo puede asumir? o ¿qué harías si estás ganando un 10%?. En caso de que las respuestas, o sus interpretaciones sean erróneas se puede invertir en productos que no sean convenientes y que puedan producir un problema económico a una familia.
En caso de que el asesor no pueda ejecutar las órdenes por cuenta del cliente, éste será el encargado de realizarlas. Podría darse el caso de que el asesor elabore una buena cartera y haga un seguimiento adecuado y, sin embargo, el cliente no haya realizado la inversión o los cambios propuestos por algún motivo ajeno al asesor.