Hasta ahora, la forma tradicional de convencer a alguien para que apostara por tu negocio e invirtiera en él era demostrarle que eras solvente, independientemente de la propia bondad de la idea de inversión. Con la llegada del crowdfunding, también llamado micromecenazgo, lo único que se necesita es tener una buena idea y exponerla de manera clara y atractiva para los posibles inversores en los canales y plataformas adecuadas.
A través de esas plataformas de crowdfunding o financiación colectiva los emprendedores e innovadores con un proyecto en mente solicitan aportaciones económicas para hacerlos realidad. En España uno de los casos de éxito más conocidos es el de Hawkers, que logró reunir 125.000 euros en apenas 72 horas.