Hasta ahora, la forma tradicional de convencer a alguien para que apostara por tu negocio e invirtiera en él era demostrarle que eras solvente, independientemente de la propia bondad de la idea de inversión. Con la llegada del crowdfunding, también llamado micromecenazgo, lo único que se necesita es tener una buena idea y exponerla de manera clara y atractiva para los posibles inversores en los canales y plataformas adecuadas.
A través de esas plataformas de crowdfunding o financiación colectiva los emprendedores e innovadores con un proyecto en mente solicitan aportaciones económicas para hacerlos realidad. En España uno de los casos de éxito más conocidos es el de Hawkers, que logró reunir 125.000 euros en apenas 72 horas.
A la hora de invertir en una de estas plataformas, bien sea porque la idea es atractiva y el proyecto empresarial atraiga a inversores de capital, por la recompensa prometida (un obsequio exclusivo de agradecimiento, por ejemplo), conviene, antes de abrir la cartera, conocer las reglas y particularidades de la microfinanciación y las plataformas que la hacen posible.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que todas las plataformas de crowdfunding no son iguales. Cada una suele focalizarse en un perfil de proyecto determinado. Las hay más enfocadas a actividades no lucrativas, para el desarrollo de proyectos relacionados con el mundo de la creación artística o para el lanzamiento de pequeños negocios.
Igualmente, también se diferencian en su modelo de negocio: algunas cobran una cuota mensual o anual a los proyectos, otras se quedan con un porcentaje del dinero recaudado y otras cobran una tarifa en cada transacción.
Pero también hay que tener en cuenta que las reglas por las que se rigen las distintas plataformas varían: las hay, como Kickstarter, en las que si una campaña no logra su objetivo de financiación los propietarios del proyecto no ven un solo euro de lo recaudado y la plataforma tampoco. Mientras que en otras no es necesario que las campañas alcancen el 100% de lo que pretendían recaudar para ver algo de dinero en efectivo; aunque en este caso la plataforma se queda con un porcentaje de lo conseguido.
Otro punto a tener en cuenta antes de invertir es que la mayoría de las campañas fracasan, al no alcanzar sus pretensiones de financiación. De hecho, se estima que la tasa de campañas que consiguen la financiación pretendida oscila entre el 10 y el 40%, según la plataforma elegida y las pretensiones del emprendedor.
Aquí es un elemento clave saber qué pasa con tu dinero si el proyecto fracasa. En algunas plataformas, la donación se le devuelve al inversor. En otras, por el contrario, la recaudación se reparte igualmente entre el proyecto y la plataforma, independientemente de que se haya alcanzado el objetivo de inversión.
En este sentido conviene saber analizar bien las distintas campañas. Las hay de todo tipo: proyectos genuinamente susceptibles de financiación, viables y con posibilidades de éxito; las hay que son simplemente la ilusión de un grupo de soñadores, e incluso las hay que se lanzan simplemente, no para dar vida a un proyecto, sino para testear el interés que puede despertar un determinado proyecto o producto. Es por tanto muy importante saber diferenciar estos proyectos de los que verdaderamente necesitan inversión y utilizan estas plataformas como su única vía de lanzamiento.
Lo que está claro es que, además de estudiar detenidamente las reglas de la plataforma y la propia idea del negocio, el hecho mismo de la inversión nunca ha de tomarse como el ir de compras, el retorno del dinero invertido puede ser un prototipo del producto en cuestión, algún tipo de descuento… o simplemente nada, si el proyecto fracasa. Si en lugar de proyectos o ideas habláramos de causas benéficas, no habría lugar para el lucro ni esperarías recibir algo a cambio. Lo mejor es tomárselo del mismo modo cuando invertimos en una plataforma de micromecenazgo.
De hecho, la motivación principal debería ser pensar que se está ayudando a alguien a hacer realidad su sueño o poniendo tu granito de arena para que una idea innovadora o prometedora se haga realidad. Y en cierto modo, compartes con ella los desafíos y riesgos que le esperan. Por eso se recomienda que, antes de donar, investigues sobre los creadores y su proyecto y les consultes las dudas que tengas.
En cuanto a la posibilidad de encontrarse con una campaña deshonesta existe y pueden ocurrir varias cosas: Si la plataforma de crowdfunding lo detecta a tiempo (antes de que las donaciones lleguen a los propietarios del proyecto), puede cancelarla y en ese caso devolver el dinero al inversor/donante. Si el fraude no es detectado, se pueden tomar medidas y demandarles. En el mejor de los casos, el fraude puede llegar a costarles a los defraudadores hasta el triple de lo que hubieran recaudado. Pero aun en estos casos las probabilidades de recuperar el dinero no son grandes, sobre todo si la plataforma tiene su sede en otro país.
En cualquier caso, las dudas no deberían acompañar a ningún proceso de inversión, y si se tienen, lo mejor es no invertir. Si a pesar de ello has contribuido en algún proyecto pero después te arrepientes, el reembolso de lo aportado dependerá de la plataforma en la que lo hayas hecho.
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