Moneda social de Baviera

En unos momentos de dificultades como los actuales, en los que los organismos públicos no saben, no pueden o no quieren dar respuesta a las peticiones de una sociedad necesitada, la esperanza para familias y particulares puede estar en la solidaridad, en el intercambio y en la ayuda mutua. Y es que la situación económica va empeorando a marchas forzadas, los fondos económicos escasean cada vez más en las distintas administraciones, pero las carencias sociales se multiplican. ¿Cómo pueden ayudar las monedas sociales a enfrentar la crisis económica provocada por la Covid-19?

Las medidas propuestas por las distintas administraciones son variadas, pero todas ellas dentro de la misma línea de la anterior crisis: bajadas de tipos de interés, emisión de deuda y sostenimiento del sistema financiero, como sector clave para la recuperación económica.

Bancos de tiempo

Sin embargo, existen diversas alternativas fuera de las tendencias económicas «oficiales» mucho más cercanas a un tipo de economía más cercana al ciudadano y con un alto componente social, tales como podrían ser los Bancos de Tiempo, que ofrecen las posibilidades de ayuda mutua no monetaria con las que prestar servicios y hacer frente a las necesidades. Se trata de intercambiar servicios por «tiempo», pero también se busca fomentar la cooperación, la integración social y la solidaridad, a la vez que intentar mejorar las condiciones laborales, personales y familiares. La «moneda social» es normalmente la hora. De tal manera que, si dispones de una hora para cuidar a los hijos de alguien que lo necesite, puedes recibir una hora, por ejemplo, de clases de informática.

Otros tipos de monedas sociales

Pero la medida estrella de estas formas de economía alternativas son las llamadas «monedas sociales». De las que podemos encontrar diversas tipologías:

  1. Monedas sociales respaldadas con dinero legal. A veces surgen por iniciativas de gobiernos locales, que ponen a disposición del sistema recursos monetarios que actúan como respaldo de la moneda y su objetivo es fomentar el consumo de kilómetro cero para dinamizar una zona o barrio concreto. El ejemplo más claro es el Chiemgauer, la moneda regional más activa en Alemania, que funciona en las comarcas de Rosenheim y de Traunstein, además de la ciudad de Rosenheim, Baviera. Es una de las más longevas, ya que lleva funcionando desde el 2003 y su crecimiento e implantación siguen a día de hoy aumentando.
  2. Monedas respaldadas con bienes y/o servicios. En un almacén comunitario, los productores dejan sus bienes a cambio de la moneda social, que puede ser usada para pagar una parte de las nóminas o todos aquellos bienes y servicios locales que el productor necesite.
  3. Moneda emitida como crédito bancario. Aunque su viabilidad no sería aplicable para muchos países (entre ellos el nuestro), en Suiza, el banco WIR lleva funcionando desde los años treinta ofreciendo ya incluso productos de ahorro y pensiones, como cualquier banco, pero pagaderos en esta moneda.
  4. Monedas sociales sin respaldo. La idea menos viable, ya que la moneda tiende a ir despertando menos interés, ante la falta de alicientes para usarla.

Implementación de una moneda social

Pero independientemente de la modalidad que se adoptase, la implantación de una moneda social sólo puede tener éxito en la medida en que se hayan tenido en cuenta una serie de factores. Para empezar, un mecanismo claro de cómo entra y sale la moneda del sistema, esto es, determinar clara y estrictamente las reglas de juego de la moneda con su respaldo.

Pero también es esencial la realización de un profundo estudio de la economía local a la que se quiere dinamizar para ver qué productos que actualmente son importados podrían ser sustituidos por producción local. Y es que las monedas sociales no sirven mucho si no están acompañadas por otras medidas destinadas a incrementar la autosuficiencia de la comunidad, siendo muy relevante seguir haciendo estudios periódicos para detectar las potencialidades de reducir la dependencia del mundo exterior.

Otros elementos a tener en cuenta para la implantación de una de estas monedas es el soporte tecnológico que pueda haber detrás, así como el tener en cuenta los costes operacionales (éstos deben ser en euros) y, sobre todo, llevar a cabo una buena campaña de información a todos los potenciales usuarios acerca de cómo funciona el sistema y de los costes asociados que pueden acarrearles. Sobre todo en este punto, hay que dejar muy claro, dónde y cómo se puede usar la moneda, las reglas de intercambio con el euro (que siempre suelen conllevar algún tipo de penalización) y los mecanismos establecidos para impedir el acaparamiento, que suelen incluir penalizaciones (mecanismo de «oxidación») ya que lo que se quiere es que la moneda circule y sirva para realizar intercambios.

Los compañeros de la Fundación SDC ofrecen información y ayuda para poner en marcho iniciativas de monedas sociales.

Autor del artículo: Manuel González, economista colaborador de Enfintech.