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Cuando una empresa como Facebook, con cerca de 1.700 millones de usuarios y, lo más importante, datos acerca de los mismos referidos a sus gustos y preferencias, comienza a dar pasos para comenzar a competir en el mundo financiero, es normal que se produzcan reacciones dispares en el mundo de la banca. Estas pueden ser desde acuerdos de colaboración para no quedarse atrás en el negocio o el lanzamiento de productos propios para adelantarse a lo que seguramente ha de venir: el Banco de Google en España.

El desembarco de Facebook en Europa en el mundo de la banca se produjo el pasado 24 de octubre. En ese día el Banco Central de Irlanda otorgó a Facebook Payments International Limited la licencia para operar como entidad de dinero electrónico. Con ella, la empresa logró un pasaporte comunitario que le permite operar en toda la zona euro como entidad de dinero electrónico. Los bancos centrales de cada país tan solo deben anotar a Facebook en el registro de entidades, un mero trámite que el Banco de España formalizó el pasado 30 de diciembre dando luz verde a la operativa de la empresa en el país, donde cuenta con 22 millones de usuarios mensuales activos.

Esta licencia permite a Facebook habilitar cualquier tipo de pago online. Se pueden realizar transferencias locales e internacionales, pagos con tarjeta de débito, envío de remesas internacionales o captación de depósitos de usuarios que se pueden quedar depositados en la cuenta del usuario. Lo único que no se permite es captar depósitos de clientela que luego se presten en forma de crédito, actividad para la cual Facebook necesitaría una ficha bancaria.

La duda es el siguiente paso de la empresa. No se sabe si este el primer paso para convertirse totalmente en el futuro en un banco con el sistema de garantías, control y fiscalización de los bancos centrales, o si simplemente desea poner en marcha el sistema de pagos peer-to-peer que ofrece Messenger en Estados Unidos, en el sentido de lo que se considera constituirse como un Banco al servicio del consumidor minorista.

De momento, parece que los movimientos de Facebook van encaminados a pelear en este último sentido, es decir, hacerse con ese mercado emergente que constituyen las fintech, proceso en el cual tendrá una dura disputa con la banca tradicional, ya que esta licencia le habilita para emitir medios de pago en forma de dinero electrónico. Y la prueba es lo que ya está realizando en Estados Unidos a través de la aplicación Facebook Messenger que, con 1.000 millones de usuarios activos, permite enviar o recibir dinero por el servicio de mensajería utilizando una tarjeta de débito Visa o MasterCard emitida por un banco estadounidense.

La mecánica permitiría a los usuarios cargar su cuenta de Facebook con dinero real y realizar pagos entre sí, no sólo a través de Facebook, sino incluso por Whatsapp, que también pertenece al grupo. Y la manera de estructurarlo sería a través de una tarjeta de crédito Facebook, bien física, o meramente virtual, que validaría las operaciones a través de la plataforma de Facebook con anotaciones en la cuenta de los usuarios.

De esta manera, Facebook podría eliminar a los intermediarios en las transacciones económicas de sus usuarios, con la comodidad que supondría para ellos el encontrar el producto, adquirirlo y pagarlo en un solo gesto sin necesidad de aportar más datos ni acceder a plataformas externas. Con lo cual, el paso hacia el «Pay with Facebook» está más cerca. Los créditos personales concedidos por Facebook ya no son un tema de finanza-ficción.

Pero no sólo es eso, Facebook ya no sólo se comporta como una red social más para ver fotos, enviar mensajes y jugar, sino que es en la actualidad un canal absolutamente importante para estar al tanto de lo que acontece en el mundo, así como para interactuar con las personas que se pretende atraer a un negocio y ahora, para facilitarles procesos mercantiles. Todo en un solo lugar, inmediato y efectivo.

Es por eso que sus directivos han comenzado, de momento sólo en Estados Unidos, a ofrecer la posibilidad de acceder a crédito directo a través de su propia plataforma. La ventaja es que no hay que preocuparse de la autorización para la operación en concreto: Facebook ya sabe todo nuestro historial crediticio, nuestros impagos, si los hubiera, y nuestra capacidad adquisitiva. De este modo sabremos en el acto si podemos optar a la compra a crédito o si, por el contrario, queda fuera de nuestras posibilidades. Además, se simplifica al máximo la documentación a aportar para la concesión del crédito, así como los tiempos de espera. Es decir, Facebook ya va un paso por delante incluso de aquellas empresas financieras que, a través de su plataforma, ofrecen créditos.

Por otro lado, el usuario no paga el servicio con dinero, pero hay que recordar que cada movimiento se rastrea, localiza, analiza y asigna en las preferencias de cada usuario. De modo que, con cada uso, la plataforma aumenta la información que contiene sobre cada uno.

Así, en poco tiempo y con cada uso, los anuncios no sólo mostrarán lo que coincide exactamente con lo que se compra con regularidad, sino también lo que se desearía comprar, de acuerdo a lo que ya se tiene. Listas de regalo ya personalizadas, paquetes de vacaciones que ya se adaptan a los gustos y necesidades de las familias, etc. y todo pudiéndolo pagar directamente desde el mismo sitio sin más datos adicionales.

Los grandes bancos fintech a la vuelta de la esquina.