Banco Google en 2019El fenómeno de la nueva banca electrónica de mano de las fintech, sigue imparable. Tras la reciente consecución de una licencia bancaria por parte de Revolut, una de las empresas destacadas del sector, que le permitirá operar como un banco tradicional en lo que a nivel de préstamos y depósitos se refiere, el siguiente en subirse al carro de las licencias relacionadas con los servicios financieros ha sido Google. ¿Podemos hablar de un Banco Google en 2019?

El caso es que la licencia obtenida por Google también ha sido, al igual que la de Revolut, en Lituania, país de la Unión Europea en el que los trámites para su consecución parecen ser más ágiles. Tanto es así, que el proceso sólo ha tardado tres meses. Esto permitirá a Google ofertar sus nuevos servicios financieros en todo el espacio europeo. De esa forma funcionan el «Banco de Facebook«, con licencia en Irlanda, y el «Banco de Amazon«, con licencia en Luxemburgo.

Así, Google Payments, se suma a estas entidades y podrá actuar en cualquier país de la Unión Europea como entidad de dinero electrónico, siempre que el banco central del país en concreto reciba una comunicación de la autoridad supervisora del país de origen de la entidad de dinero electrónico. Una vez recibida esta notificación, el banco central del país europeo en cuestión procederá a inscribir a la entidad en el Registro correspondiente, con lo que la entidad podrá comenzar su actividad en dicho país.

¿Qué servicios financieros podrá ofertar Google en 2019?

Google Payments podrá procesar pagos, emitir dinero electrónico efectuar transacciones de pago, remesas internacionales, así como realizar servicios de depósito y retiro de efectivo relacionados con los medios de pago que gestione, además de transferencias de débito directo y crédito. Hasta ahora, con Google Pay tan sólo se podía almacenar fondos en una tarjeta monedero y pagar con ella en comercios online y físicas autorizados.

Lo que no podrá hacer es ofrecer préstamos, hipotecas o cuentas de inversión, ya que la licencia obtenida tan sólo es como entidad de dinero electrónico, es decir, la filial de Google estará autorizada para emitir y canjear dinero electrónico, así como para proporcionar servicios de pago, pero no tendrá el derecho de aceptar depósitos o proporcionar créditos a los consumidores.

En 2019, por tanto, aún no es posibe depositar nuestros ahorros en un depósito de Google, pedir un crédito o hipoteca Google. Pese a estas limitaciones, las incursión de Google en el negocio bancario, que podría incrementarse con el tiempo, abre la caja de Pandora para la banca tradicional ante la aparición de nuevas amenazas competitivas para el conjunto del sistema financiero ya establecido.

El poder de la marca «Google» es, por sí solo un activo poco menos que inalcanzable para cualquier banco tradicional. A esto hay que unirle el abrumador caudal de datos personales que la estadounidense atesora de los usuarios, y a cuya riqueza no podría aspirar sus competidores. Esto hace que el futuro Google Bank lo tenga todo a su favor para intimidar a los bancos más relevantes del mundo.

Por tanto, el regulador europeo tendrá que tener en cuenta esta enorme disponibilidad de datos en la hipotética concesión futura para operar como un banco con licencia completa, de cara a ver si no incurre en problemas de competencia y uso de datos frente a los actores tradicionales. Pero esto sería, en todo caso, una nueva batalla en la que Google tiene mucho que decir.

Lo que está claro es que las tecnológicas parecen ver el filón. Apoyándose en las nuevas tecnologías, en las que, sin duda son pioneras, parecen haber encontrado la debilidad del sector bancario tradicional, anquilosado por estructuras demasiado rígidas y sin la suficiente agilidad para sumarse a las nuevas tecnologías.

Así, la revolución del sector bancario, de la mano de las apps fintech, y la eliminación de intermediarios en sistemas de gestión, va a provocar que los bancos de la próxima década vayan a ser genéticamente una cosa muy distinta. Es decir, lejos de fusiones o rescates, o de modificar la decoración de las sucursales, a la banca tradicional le va a tocar pensar de manera eficiente y rápida, y reinventar su papel dentro de las nuevas reglas del mercado, donde entrarán en juego no solo los valores tradicionales de relación directa sino también otros que no son tan evidentes y que generarán estructuras vinculadas distintas en un nuevo modelo de relación entre el consumidor, el vendedor y el producto.