La tecnología financiera y los cambios de hábitos del consumidor, que se está adaptando al uso del móvil para realizar un gran número de operaciones financieras que antes efectuaba en una oficina bancaria, marcará el futuro de los bancos tradicionales en España. Es lo que podríamos denominar el efecto Fintech en Banca.
En la revista O Economista de diciembre de 2017 me han publicado un artículo de opinión sobre la situación de la banca tradicional en España y el efecto de las nuevas tecnologías en el sector financiero, artículo completo que se puede leer en este enlace. Entre otros aspectos analizados, comento lo siguiente en relación a la destrucción de empleo en la banca tradicional:
Los cambios de hábitos financieros de los clientes han cambiado. Solicitar un extracto de cuenta, ordenar una transferencia, pedir una hipoteca o contratar un fondo de inversión eran actividades que el cliente solía realizar acudiendo a «su» oficina. A muy poca gente se le ocurre ya repasar los movimientos de su cuenta o hacer una transferencia con el auxilio del personal bancario, pero además cada vez más gente usa la banca online para contrataciones más complejas, sea pedir dinero a crédito o invertir su dinero en productos de más o menos riesgo. Por otro lado, la percepción del valor añadido del personal bancario ha caído en picado: lejos de aportar calidad a la experiencia bancaria, el trato cada vez más impersonal y basado en la comercialización a granel nos aleja del bancario de turno. Cuando el cliente no quiere ir a una oficina para evitar tratar con su personal, el daño autoinflingido del sector tiene pocos visos de sanar.
Por otro lado, la tecnología financiera, además de proporcionar potentes plataformas de banca online que desarrollan los bancos, ofrece desde el sector tecnofinanciero o fintech una relación casi directa del usuario con sus productos y servicios financieros. El banco o empresa tecnológica deja de tener presencia en la mente del contratante, para convertirse en un intermediario tecnológico, cuanto menos visible mejor. A medida que pasa el tiempo, los conceptos «mi banco» o «el director de mi oficina» se desdibujan en la mente del consumidor financiero, dejando paso a una relación directa con sus finanzas: «mi cartera de fondos» o «mi hipoteca». El banco pasa a ser un facilitador, ni más ni menos.
En cuanto al futuro, luces y sombras acompañan al incierto devenir financiero. Quedan aún decenas de miles de parados que restar a los menos de 200.000 trabajadores bancarios en activo en estos momentos . Su perfil profesional, muy anclado a una forma determinada de hacer banca que ha quedado obsoleta, no sirve para el nuevo mundo. Menos comerciales, aún menos administrativos y más expertos en tecnología es lo que demandan las nuevas empresas del sector. Las entidades financieras tradicionales van a ver su negocio atacado por nuevos operadores. Ahora son pequeñas y medianas empresas tecnofinancieras, casi 300 espartanas frente a una despótica Persia. Pero no creo que falten muchos años para tener a un gigante tecnológico ofreciendo servicios financieros. Google Bank podría desembarcar en España en un futuro no tan lejano, por citar un potencial y letal competidor. Una nueva banca, sin empleados a pie de calle y con productos cada ves más personalizables. El fin del café de hotel para todos, la llegada del Amazon financiero.