Neobanco chino MYbank

Es un hecho que China es la gran fábrica de todo el planeta. Lo que no todo el mundo sabe es que su sistema bancario tradicional es uno de los más pasivos del mundo y con muy poco interés por evolucionar o adaptarse a los nuevos tiempos que la tecnología brinda. Sin embargo, todo lo que tiene de falta de interés el sistema bancario tradicional chino, lo tienen de innovador sus gigantes tecnológicos. Veamos algunas iniciativas fintech que están creciendo en China: MYbank de Alibaba y WeBank de Tencent.

Se estima que Alibaba y Tencent, a través de sus respectivos bancos privados MYbank y WeBank, van tres años por delante en el desarrollo de la nueva economía digital, con respecto a los nuevos bancos occidentales. Así, se puede decir que estos bancos están llevando a cabo una revolución silenciosa en el crédito a pequeñas y medianas empresas en China, solucionando el problema de cuello de botella en el que tales empresas se atascaban a la hora de acceder a fuentes de financiación.

Estas dos empresas tecnológicas chinas comenzaron su revolución en el segmento de pagos electrónicos, lo que les ha servido para aprender a procesar y utilizar millones de datos de sistemas de pago, redes sociales y otras fuentes. Pudiendo utilizar este big data para atender a los prestatarios más pequeños que anteriormente han sido rechazados por los gigantes bancos estatales.

En el caso de MYbank, vinculado a Alibaba, con una penetración del 54%, gracias a los 520 millones de usuarios que ha conseguido captar en estos últimos 15 años, y con la ventaja de trabajar con más de 250 empresas financieras extranjeras, permiten al turista chino mantener sus hábitos de pago casi en cualquier lugar a donde viaje.

Con WeBank, el caso es parecido. Esta filial de Tencent, que lanzó la aplicación Tenpay en 2.005 para realizar pagos con el móvil ha tenido un crecimiento exponencial al estar vinculada a la aplicación WeChat, el equivalente chino a nuestro Whatsapp. En su caso, con menos actividad, pero con 1.000 millones de usuarios potenciales, se espera que en un futuro inmediato adquiera una posición preponderante en el mercado de pagos chino.

Entre ambos, consiguieron un volumen de transacciones de 18,7 billones de dólares en 2017, una cantidad 100 veces superior a la registrada en 2013, y superior al valor que alcanzan mundialmente Visa y MasterCard juntas, según iResearch.

De hecho, ha sido la cada vez mayor penetración del uso de los móviles, junto con el crecimiento del poder adquisitivo de las familias chinas, lo que ha permitido el acceso a un nuevo entorno de servicios financieros. Tanto es así, que el escaneo de los códigos QR desde el móvil se ha convertido en la forma más sencilla de realizar los pagos en China, una prueba de la transformación que está provocando la revolución tecnológica en la sociedad china. Siempre al margen de la banca tradicional, que ha orientado su actividad hacia las grandes corporaciones, principalmente las estatales, con escasa o nula actividad entre los pequeños ahorradores y la pequeña o mediana empresa.

Pero después de acaparar casi por completo el sector financiero minorista de transacciones electrónicas, el siguiente paso de las grandes tecnológicas chinas ha sido el lanzarse a por el segmento del crédito a los autónomos y pequeñas y medianas empresas.

Y así, en un escenario en el que casi el 80% de los 90 millones de pequeñas y medianas empresas chinas carecen de un crédito en un banco, se abre la puerta al nuevo negocio para las empresas de préstamos online MYbank y WeBank. Gracias a la ingente información de pagos procedente de sus plataformas de comercio electrónico, estas empresas disponen del historial crediticio que les permite conocer si las pequeñas empresas están en disposición de devolver los préstamos, datos que los bancos no pueden conseguir.

En el caso del crédito de MYbank, en sus cuatro años de experiencia ya ha prestado 290.000 millones de dólares a casi 16 millones de empresas que, de acudir a la banca tradicional, no hubieran tenido manera de acceder a crédito. Los préstamos se aprueban a través del móvil y se reciben en efectivo casi inmediatamente tras ser aprobados. Todo el proceso se estudia en apenas tres minutos, se aprueba en un segundo e implica la intervención de cero banqueros humanos, ya que todo está automatizado gracias a los enormes bancos de datos con los que trabaja la aplicación. Este es el modelo denominado «modelo 310» adoptado por MYbank a la hora de conceder un crédito.

Por otra parte, el sistema legislativo chino, mucho más laxo (e impensable en occidente) en lo que a protección de datos se refiere, permite, no sólo acceder al historial crediticio de las personas, sino también a la valoración, en lo que a seriedad en sus compromisos se refiere, que puedan tener estas personas en sus redes sociales. De hecho, el sistema de crédito social Zhima continúa popularizándose pudiendo, desde facilitar un más ágil acceso a los usuarios a un hotel, hasta calificar de perezosos a los ciudadanos que pasan demasiado tiempo jugando a videojuegos.

Así, estas grandes tecnológicas chinas han encontrado un nuevo segmento cuyo negocio está resultando muy rentable, sobre todo ahora que las ventas del comercio electrónico comienzan a ralentizarse por efecto de la guerra comercial con Estados Unidos y por la exigente regulación que está aplicando el gobierno chino a las FinTech. Tanto, que muchos bancos, aseguradoras, corredores de bolsa y empresas de gestión de activos estén demandando acuerdos con Alibaba, Tencent y Baidu para incorporar la tecnología FinTech a su negocio, atraídos por las posibilidades que la capacidad de tratamiento de datos de estas empresas ofrece a su negocio.

Todo esto sólo significa una cosa: que China también está por delante de occidente en materia fintech. De hecho, mientras que las empresas occidentales (Google, Apple, Facebook y Amazon principalmente) comienzan a dar los primeros pasos en los mercados financieros, las empresas chinas se están convirtiendo en líderes mundiales en el uso del big data y la inteligencia artificial para la concesión de créditos.