Cuentas corrientes de Google

Google ha anunciado un paso más en su camino para ofrecer servicios financieros a sus clientes y convertirse en un verdadero Google Bank. En este sentido, tiene previsto comenzar a ofrecer el próximo año cuentas corrientes de Google. El proyecto ha sido bautizado con el nombre de Cache, y se llevará a cabo en colaboración con el banco Citigroup y con una cooperativa de crédito de la universidad de Standford. Con este paso cobra sentido la obtención de la licencia bancaria obtenida hace apenas un año en Lituania, que permite a Google ofertar sus nuevos servicios en todo el espacio europeo a través de su filial Google Payments. De esa forma funcionan Facebook, con licencia en Irlanda, y Amazon, con licencia en Luxemburgo.

La empresa ya cuenta con un sistema de pagos conocido como Google Pay, con la que tan sólo se podía almacenar fondos en una tarjeta monedero y pagar con ella en comercios online y establecimientos físicos autorizados. Con Google Payments se pueden procesar pagos, emitir dinero electrónico efectuar transacciones de pago, remesas internacionales, así como realizar servicios de depósito y retiro de efectivo, además de transferencias de débito directo y crédito.

Lo que no puede hacer Google Payments es aceptar depósitos o proporcionar créditos a los consumidores. Es por eso que la alianza con Citigroup se antoja una estrategia paralela dentro del plan de Google para convertirse en una entidad financiera plenamente operativa en competencia con la banca tradicional. Algo que conseguirá a no tardar mucho con la ventaja sobre sus competidores de la posesión de el abrumador caudal de datos personales que la estadounidense atesora de los usuarios, y a cuya riqueza no podría aspirar sus competidores. Esto hace que el futuro Google Bank lo tenga todo a su favor para intimidar a los bancos más relevantes del mundo.

El acceso a la cuenta se realizará a través de la cuenta de Google Pay, de la que Google puede presumir de llevar camino de alcanzar los 100 millones de usuarios a nivel mundial en 2.020, frente a los 39 millones con los que contaba el año pasado.

En cuanto a la política de la gestión de los datos de los usuarios, la decisión de Google es la de no negociar con ellos, en consonancia con lo que ahora está haciendo con los datos de Google Pay.

Para Citigroup, esta colaboración con Google es una clara oportunidad de llegar a un público mucho más amplio de lo que su estructura comercial le permite, por lo que no deja de ser una clara oportunidad de negocio.

Lo que está claro es que el proyecto Cache marca un antes y un después en la política de Google a la hora de convertirse en una entidad financiera. Parece ser que, lejos de entrar a competir con la banca tradicional como un banco más, y según palabras de Cesar Sengupta, vicepresidente de Google Payments, recogidas por The Wall Street Journal «Nuestro enfoque será asociarnos profundamente con los bancos y el sistema financiero«. Esto significa que funciones tradicionales de la banca seguirían en manos de los bancos. Y en cuanto a las entidades asociadas a Google, podrán contar con sus funciones como banco tradicional y las ventajas que le aporta la asociación.

Por tanto, la estrategia de Google no es otra que la de la paciencia: ir calando en la mentalidad del cliente a base de ir demostrando poco a poco que puede hacer las cosas bien como entidad financiera, con lo que podría en un futuro ir asumiendo cada vez más funcionalidades propias de un banco.

Todo ello con el valor añadido de la marca “Google”, que ya es por sí solo un activo poco menos que inalcanzable para cualquier banco tradicional. A esto hay que unirle el abrumador caudal de datos personales que la estadounidense atesora de los usuarios, y a cuya riqueza no podría aspirar sus competidores. Esto hace que el futuro del banco Google sea prometedor e intimide a los bancos más relevantes del mundo.

Lo que está claro es que las tecnológicas parecen ver el filón. Apoyándose en las nuevas tecnologías, en las que, sin duda son pioneras, parecen haber encontrado la debilidad del sector bancario tradicional, anquilosado por estructuras demasiado rígidas y sin la suficiente agilidad para sumarse a las nuevas tecnologías. Y es por eso que, sólo entre tres fintech relacionadas con el negocio bancario en Europa, se están alcanzando las cifras de 7.000 nuevos clientes diarios, sobre todo en Francia, Alemania y Reino Unido. Como dato adicional, de estos clientes, la mayoría no supera los 42 años, por lo que estamos hablando del futuro de la banca.

Así, la revolución del sector bancario, de la mano de las apps fintech, y la eliminación de intermediarios en sistemas de gestión, va a provocar que los bancos de la próxima década vayan a tener que reinventarse para adaptarse a las nuevas reglas del mercado. Reglas en las que entrarán en juego no solo los valores tradicionales de relación directa sino también otros que no son tan evidentes y que generarán estructuras vinculadas distintas en un nuevo modelo de relación entre el consumidor, el vendedor y el producto.