Hasta siete bancos centrales mundiales se han puesto de acuerdo para crear una moneda digital para competir con el E-yuan chino (DC/EP) y con la Libra de Facebook. La CBDC (Central bank digital currencies).

Los bancos centrales de Europa, Japón, Suiza, Suecia, Inglaterra, la Reserva Federal de los Estados Unidos, el Banco de Pagos Internacionales y el Banco de Inglaterra han sido los artífices de esta propuesta que se ha traducido en un proyecto denominado «Monedas digitales de bancos centrales: principios fundamentales y características centrales«, sobre el que se basará la creación de esta moneda digital de curso legal, que según argumenta el informe, deberá ser fuerte y estar debidamente respaldada por los organismos pertinentes, además de estar regulada de una manera clara y transparente. Así mismo, este informe advierte de los peligros del uso de las criptomonedas privadas actuales (como el Bitcoin) al ser dinero no respaldado ni oficial, desaconsejando su uso a la población.

El Covid-19, un acelerador del proceso

Una de las razones esgrimidas en este informe para la implementación de una moneda digital regulada es el gran aumento de transacciones económicas de manera online, que ha aumentado tanto por el confinamiento, pero sobre todo sobre todo por las medidas sanitarias tomadas a raíz de la pandemia, que hacen aconsejable evitar, en la medida de lo posible, el intercambio de dinero físico.

Todo problema sanitario del Covid sumado al auge de criptomonedas como el Bitcoin o a la creada por países como China (E-yuan), o por corporaciones empresariales privadas como Facebook (Libra) ha hecho que los grandes bancos centrales hayan puesto su foco de atención en intentar regular este doble mercado monetario promoviendo la creación de esta moneda digital oficialmente respaldada.

Las operaciones con CBDC, bajo control

Obviamente, estas monedas digitales de los bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés) ya no será anónimas, los movimientos quedarán registrados y la plataforma de esta moneda estará centralizada en todos los bancos participantes. O dicho de otro modo, la CBDC no gozará de las características del Bitcoin, por ejemplo, que emplea una operativa donde el anonimato y la dificultad para rastrear las operaciones suponen una de sus principales características.

Visto todo esto, parece que la nueva moneda digital oficial vendrá a sustituir, de manera paulatina pero inexorable, al dinero físico. Podrá ser de gran utilidad para competir con la moneda digital China, por ejemplo, que tanto puede afectar a la economía mundial, pero será muy complicado que le quite protagonismo al Bitcoin, que ya goza de la confianza de millones de usuarios en todo el mundo y que permite una opacidad en sus operaciones.

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo ha declarado al respecto: «Si bien la tecnología está cambiando la forma en que pagamos, los bancos centrales tienen el deber de salvaguardar la confianza de las personas en nuestro dinero. Los bancos centrales deben complementar sus esfuerzos nacionales con una estrecha cooperación para guiar la exploración de las monedas digitales, con el fin de identificar principios confiables y fomentar la innovación. El presente informe es una prueba convincente de esta cooperación internacional.»

En definitiva, aunque es pronto para saber la evolución de este proyecto, está claro que la desaparición del dinero físico era ya algo que venía cociéndose desde hace tiempo y que a raíz de la pandemia ha cobrado especial relevancia. Habrá que ver de qué manera acoge la ciudadanía esta nueva moneda digital CBDC, que no deja de ser el mismo perro con diferente collar, ya que adolecerá, según parece, del mismo precepto que el dinero físico: su emisión estará basada en las políticas monetarias de emisión de los diferentes bancos, que es justo lo contrario a lo que le sucede al Bitcoin, que navega por otros mares, ajeno a las políticas monetarias de los Bancos Centrales.