Nuestra relación con las finanzas personales está cambiando a un ritmo vertiginoso, apareciendo grandes oportunidades para el consumidor medio, esa persona física media ideal de la normativa comunitaria, al que se le supone normalmente informado y razonablemente atento y perspicaz. Poder contratar cuentas corrientes, tarjetas o invertir mediante sistemas automatizados (roboadvisors) sin necesidad de desplazamientos; así como acceder a los mismos productos que ofrece la banca tradicional pero en mejores condiciones, o bien a nuevos productos y servicios fintech, como puede ser la inversión en crowdfunding de préstamos (convertirnos en un mini banco y prestar dinero a empresas o particulares en masa).